El primer partido había que ganarlo. Y Argentina lo ganó. ¿Cómo? Por momentos jugando mal, por otros ratos siendo superado, con un entrenador que cambió tres veces el sistema de juego, por un gol en contra y por la zurda mágica de Lionel Messi.
Con todo eso le alcanzó a la selección argentina para vencer 2-1 a Bosnia, un rival limitado que por momentos puso en aprietos a los dirigidos por Sabella.
Tener a Messi tiene esa ventaja. El “10”, de la nada, te puede cambiar un partido. Y lo hizo en una gran jugada. Pero el resto del partido hizo poco.
Al final tuvo otra oportunidad para marcar, pero se fue cerca. Como siempre, la sensación de que algo va a crear el capitán argentino la tenían todos. Los rivales y los hinchas que estaban ayer en la cancha, que ante cada ataque del rosarino se levantaban de sus asientos, no parpadeaban y esperaban ver una jugada magistral.
Del primer tiempo Argentina se fue con demasiado premio. Cuando a los 2 minutos el gol en contra que puso el 1-0 podía soltar a los dirigidos por Sabella, sucedió todo lo contrario. Le dejó el protagonismo a Bosnia que con muy poco tomó posesión de la pelota y tuvo situaciones frente a Romero que tranquilamente podrían haber puesto un justo empate.
Con la línea de cinco defensores, tres volantes y dos delanteros, Sabella intentó darle más equilibrio al equipo. Pues bien, no lo logró. Ni Rojo ni Zabaleta fueron alternativas por los costados. Di María intentó darle vértigo al juego, pero casi no lo consiguió. Agüero participó muy poco. Y Messi, el hombre que todos fueron a ver al Maracaná, empezó con todo y se desinfló. Quizá porque cada pelota que tomó la perdió ante el férreo sistema defensivo que le plantó Bosnia. No lo dejaron crear. Con una marcación escalonada, lo pararon en cada situación cerca del área del equipo europeo.
Que Romero haya tenido más trabajo que su colega Begovic lo dice todo.“Chiquito” se tuvo que revolcar en dos situaciones muy claras. En una se estiró para anticiparse a un rival (podría haber agarrado el balón) y en otra se tiró a un costado para sacar un cabezazo luego de un córner. ¿En qué falló Argentina en ese lapso del partido? En no tener la pelota. En dársela a Bosnia, que tampoco pudo hacer mucho… Pero sí inquietó con sus aproximaciones y al convertir a Romero en uno de los mejores de Argentina.
Para el complemento, Sabella cambió. Hizo ingresar a Higuaín por Campagnaro y a Gago por “Maxi” Rodríguez. Entonces volvió al sistema que más veces utilizó. Del 5-3-2 que empezó a jugar en el Maracaná pasó al 4-3-3, con los jugadores que a todos nos sale de memoria. Con el que había jugado tantas veces.
Así apareció la mejor versión de Argentina. Gago ayudó mejor a Mascherano en la recuperación y Bosnia se tuvo que preocupar más por marcar a los tres delanteros argentinos y las subidas por izquierda de Di María. Romero tuvo menos trabajo y la pelota se dividió, aunque más a favor de Argentina.
Hasta que a los 19 minutos apareció él. Messi, hasta ahí, no había tenido un buen partido. Había perdido casi todas las pelotas, pero es Messi. Algo puede inventar. Y lo hizo, una vez más. Tomó la pelota, hizo una gran pared con Higuaín, encaró de izquierda a derecha, desparramó a un par de rivales, remató, el balón dio en el palo y clavó el 2-0.
Desahogo en el grito de gol para “Leo”. No era para menos. En el debut del Mundial marcó y lo festejó con toda la bronca. Se sacó una gran presión por ser para todos el mejor jugador del mundo y que, por lo menos en este partido hasta ese momento, no lo venía demostrando.
La zurda mágica apareció. Su magia está ahí. Y Argentina lo gritó con él. El equipo se soltó aún más. Bosnia parecía que ya no quería más. Que estaba pensando más en Nigeria e Irán, sus próximos rivales, pensando en la clasificación a octavos de final.
Por eso sorprendió a todos cuando a los 39 minutos Ibisevic marcó el descuento. Con un pase filtrado entre Zabaleta y Fernández, el delantero bosnio se aprovechó y de una remató al cuerpo de Romero. El arquero no tuvo una buena respuesta, la pelota se le escurrió entre las piernas y el “9” anotó el descuento.
Ese gol le puso cierto dramatismo a un juego que Argentina tenía controlado. En los minutos finales, Sabella volvió a cambiar el sistema con el ingreso de Biglia por Agüero. Paró un 4-4-2 para cerrar un partido en el cual, por momentos, fue superado por un rival de no mucha altura.
Uno x uno
- Sergio Romero. Tuvo buenas y malas. Sacó varias pelotas con destino de gol, pero se “comió” el tanto de Bosnia.
- Pablo Zabaleta. Jugó contenido. No se mostró como salida por derecha.
- Hugo Campagnaro. Cumplió. No tuvo sobresaltos con Dzeko.
- Federico Fernández. Bien de arriba y cuando Argentina jugó con línea de cinco se paró bien de líbero.
- Ezequiel Garay. No tuvo problemas. Vivo para jugar con el fuera de juego.
- Marcos Rojo. Tarea correcta. ¿Era necesario tirar una rabona dentro del área argentina con tres rivales arriba?
- Maximiliano Rodríguez. Floja tarea. No cumplió con la dinámica que requería su puesto en el primer tiempo.
- Javier Mascherano. Muy solo para recuperar en la primera etapa y mejoró con el ingreso de Gago.
- Ángel Di María. Terminó “fundido” de lo que corrió. Chispazos de su talento.
- Lionel Messi. Una gran jugada le valió para destacarse del resto.
- Sergio Agüero. Poca participación.
- Gonzalo Higuaín. Construyó la pared en el gol de Messi. Entró bien y hasta pudo convertir.
- Fernando Gago. Ayudó mucho a Mascherano. Buen despliegue y juego.
- Lucas Biglia. Jugó poco como “8”.
