Después de ascender a Primera División, el partido con River cambió para siempre su significado en el Mundo Belgrano. El resultado como consecuencia de una apuesta seria que empezó fuera de la cancha, en el momento deportivo más difícil, fue la gesta. Es lo que empezó a distinguir a Armando Pérez y al club que preside. El partido con River siempre será un indicador importante en la campaña celeste. Lo fue en el ascenso, en el partido posterior ya en Primera y también en la última victoria con aquel 2-1 en el Kempes de Zelarayán. Pero sus derrotas posteriores al ascenso también determinaron cosas. Después del 0-0 con Sebastián Blázquez de figura, Pérez afirmó: “Están los mejores jugadores que podemos tener, en su mejor momento y con la mejor predisposición, pero no nos animamos. Algunos jugadores están atados”.
A partir del repunte de ciertas individualidades, Belgrano se asomó al torneo siguiente como para ser su animador. Pero fue un espejismo y el “a lo Belgrano”, que hizo historia, empezó a perder vuelo. Colectiva e individualmente. Los jugadores del club necesitaban más tiempo para ordenar sus condiciones y eso hizo que el orden para progresar (elemental en la era Zielinski) se perdiera de a poco. El 0-3 ante River del domingo pasado llevó a Pérez a volver a sentar posición sobre la posibilidad de que Zielinski haya advertido en público que si no se revierte la situación, partirá en diciembre o en junio, y a poner la cara.
"Tiene un contrato hasta diciembre de 2015. Somos seres humanos. Perder no le gusta a nadie. Hay que escucharlo. Tampoco vamos a hacer sufrir a nadie", remarcó Pérez.
“Lo conozco a Zielinski.Tiene un contrato hasta diciembre de 2015. Somos seres humanos. Perder no le gusta a nadie. Hay que escucharlo. Tampoco vamos a hacer sufrir a nadie. Yo banco desde al que corta el pasto hasta el principal dirigente. Banco todo. Los que están en Belgrano son los mejores e irreemplazables. Si hay algún error, tendré que pagar las culpas, porque soy el presidente del club”, le dijo ayer a Radio Impacto.
Pérez no es tonto y sabe que puede sentar las bases de un nuevo Belgrano. Ascendió a seis meses de llegar como gerenciador de la “B”, descendió ahí no más y estuvo hasta el año 2011 para recuperar la categoría. Aprender en la derrota lo enriqueció: sabe que, para salir de ahí, se necesita tiempo.