Fue otra noche bien futbolera la que se vivió ayer en el Kempes. Cuando aún no se habían acallado los ecos del superclásico River-Boca del sábado, Talleres e Instituto poblaron de pasión las tribunas, y unas 22 mil personas no se quisieron perder el clásico. Las hinchadas no pararon de alentar en apoyo a sus equipos, que regalaron un partido interesante.
Un visitante muy especial Dos incógnitas había anoche en las tribunas albirrojas en el partido que definió la Copa Mundo D. La primera era saber si Osvaldo Ardiles, uno de los exjugadores más emblemáticos del club, estaría en el Kempes tras el accidente de tránsito sufrido en Islas Malvinas. Y la segunda era ver si se producía o no un cruce de barras, las cuales se habían jurado “pelear” por el dominio de la hinchada.
En el primer caso, “el Pitón” estuvo en las gradas, aunque vaya paradoja, no fue a “su” tribuna, sino a la Gasparini, donde se mezcló con otros hinchas gloriosos. La decisión de ir ahí fue tomada por el propio Ardiles ya que quería ver el encuentro y no hablar del accidente. En la semana, al arribar a Córdoba, “el Pitón” aclaró que está bien, aunque el accidente fue fuerte. Ayer estuvo acompañado por su hijo, su hermano y sus sobrinos.
Sin enfrentamiento. Aunque parezca raro, toda la hinchada de Instituto cantó, a los largo de los 90 minutos, la misma canción, algo que no ocurre en Alta Córdoba. Es que, hay dos grupos de barras que están enfrentados por el poder de la tribuna. En los partidos en el Monumental, los Capangas ocupan la cabecera de la “Maquinita de Escribir” y los Ranchos, a la popular del Sandrín.
Es por esto que una popular canta una canción y la otra una diferente. En cambio anoche, todos cantaron la misma. Pero lejos estuvo de haber un pacto de paz. Es que una de la barras no estuvo en la popular del Kempes y todas las amenazas de “guerra” que hubo vía Facebook o personales quedaron en la nada. Hace tiempo que la directiva trabaja en ello. Y será un tema por resolver para la comisión que asuma en febrero.