Llegarán. Como sea. Pero llegarán. Los brasileños le ponen mucho empuje a las últimas horas previas al Mundial. Trabajan sin descanso para que el Arena Corinthians, en San Pablo, esté listo. Aunque le falte mucho.
El martes, los bomberos dieron el permiso final. El estadio está apto para recibir a más de las 50 mil personas que se esperan el jueves, desde las 15, cuando se ponga en marcha la Copa del Mundo.
Pero, aunque lo digan los bomberos, basta recorrer la zona, caminar por las calles vecinas y arrimarse de a poco para entender que esto es una quimera que no llegará a tiempo. Cientos de obreros siguen pintando, clavando y arreglando los detalles (y no tan "detalles" porque hay infraestructura que todavía se está instalando) para dejar al Itaquerao listo.
El jueves, jugarán aquí Brasil y Croacia. Será el primer partido. Habrá ceremonia inaugural, estará el presidente de la Fifa, Joshep Blatter, y la presidenta del país, Dilma Rousseff. Ninguno hablára para evitar sorpresas (de las malas) y todo mundo reza para que la lluvia, anunciada, no caiga.
Habrá que esperar para verlo. Mientras tanto, siguen trabajando bajo una llovizna gris, el humo de las máquinas y los miles de turistas que ya llegaron a San Pablo esperando por el primer partido.
¿Paro?
Por ahora, no habrá paro de metro el jueves. Pero, si los delegados deciden "sorprender" a la población (al estilo de los colectivos urbanos en Córdoba), la municipalidad de San Pablo ya avisó que reforzará el subte que va hasta el estadio, con un servicio especial.
Desde las autoridades quieren llevar tranquilidad a la población, y quieren dejar en claro que nada hará fracasar el puntapié inicial.